Magdala Center

Ubicación: Galilea, Israel
Arquitectos: Bernardo Gómez-Pimienta
Colaboradores: Luis Enrique Mendoza, José Barreto, Jesse Rodríguez, Christian Santillano, Iván Rey, Susana Rodríguez, Josué Vázquez, Isabel , Georgina Duarte, Regina Rivero. Ramón Álvarez
Año: 2009

Magdala Center. Localizado a las orillas del Mar de Galilea, y conteniendo las ruinas de una de las sinagogas más antiguas del mundo, el proyecto pretende ser una zona de descanso y reflexión no solo para la comunidad católica y gente interesada en la historia religiosa de la zona. Aprovechando la fuerte presencia de olivos y naranjos en el terreno, los diferentes edificios se van dispersando y perdiendo en el terreno, forzando a los visitantes a caminar y meditar durante sus recorridos. Dividido por una carretera, el proyecto se divide en dos partes. Junto a la carretera se propone un estacionamiento que da servicio a un auditorio multimedia, basado en la forma de una concha marina, y a una capilla ecuménica, con forma de un silo con luz cenital, abierta todos los días y a toda hora. Entre la carretera y el mar se organiza el resto del proyecto, al cual no se puede acceder con vehículos. Una rotonda de acceso recibe a la gente y la conduce entre dos huertos hacia un gran cuerpo longitudinal que alberga las áreas administrativas y los cuartos de descanso, la mayor parte de ellos con vista hacia el mar; este cuerpo funciona como frontera entre el exterior y las áreas de reflexión del proyecto. Los huertos junto al acceso funcionan también como
espacios para acampar. Junto al mar, un embarcadero recibe a los visitantes que llegan de otros puntos del lago; el embarcadero conduce a un restaurante con vista al mar y que se puede abrir en todo su perímetro para funcionar prácticamente como terraza; aprovechando una cubierta vegetal y los árboles a su alrededor, el restaurante recibe sombra y aire fresco que lo acondicionan térmicamente; sobre el mar se ubica también una capilla abierta de uso esporádico. Un grupo de veredas, empleadas como ruta abierta para la celebración del Vía Crucis, conducen por el terreno hacia una iglesia, conceptualizada formalmente como un pescado que hace alusión a Jesús el pescador de almas, formada por 4 capillas y un recinto principal abierto y con vista al mar. La mayor parte de los volúmenes están recubiertos de una cantera amarilla propia de la zona que permite disimular los edificios en el terreno cuando son observados desde arriba. Procurando una representación construida de los símbolos católicos más importantes y significativos de la zona se logra un proyecto que se pierde entre la vegetación del terreno produciendo ambientes privados, de contemplación y de reflexión.